José Francisco Morazán Quezada, ¿Sale a batallar desde la muerte nuevamente?.
‘’Excito a la juventud, que es llamada a dar vida a este país que dejo con sentimiento por quedar anarquizado, y deseo que imiten mi ejemplo de morir con firmeza antes que dejarlo abandonado al desorden en que desgraciadamente hoy se encuentra.’’
Palabras inmortales, de un eterno héroe nacional y unionista, el mejor ciudadano Centroamericano. Él soñó con que las nuevas generaciones siguieran sus pasos, pero lo que él no supo es que estamos ante una juventud muerta, enajenada por sus vanidades, COBARDE, e insensible. Y es que son muy pocos los que están dispuestos a dar su vida por la patria, muy pocos han sido, y es por eso que hoy le recordamos a este gran personaje.
Personaje severamente pundonoroso, jamás abusó del poder en provecho propio; el exterior de su familia; su casa, su ajuar, su vestido; todo llevó el sello de la decencia.
Morazán era un completo y verdadero revolucionario, quería un cambio para nuestros pueblos. Sabia que la iglesia y el estado deben de ser separados, porque lo único que causa este dúo es entorpecimiento e impide la prosperidad de una nación. Quería educación. Una educación real, porque sabía que esta es el pilar fundamental para llevar al éxito a un país. Los que tenían el poder en ese entonces no les convenía gobernar a personas educadas, porque la educación nos hace pensar, y un pueblo pensante es el peor enemigo para un gobernante corrupto.
Ninguna frivolidad se notaba en sus costumbres, tan puras, sencillas y arregladas. Huía de las diversiones, lo mismo que de exhibirse y lucirse. Evitaba las demostraciones de simpatía, los banquetes y las liviandades, pero lo complacía en extremo el trato de los hombres ilustrados, aunque fueran sus enemigos. Nadie le temió, porque jamás se le vio un acto de ferocidad ni ensañamiento. Sus mayores enemigos, deponían sus iras en su presencia, porque viéndole era imposible odiarle.
Y por estas razones, es que un grupo de conservadores cobardes, que decían llamarse amigos de nuestro General, lo entregaron de la manera más repudiable para que fuera se sentenciado y posteriormente ejecutado.
Morazán le dictó el testamento a su hijo Francisco, en el que estipuló que su muerte era asesinato, y también manifestó que no llevaba ningún rencor en contra de sus asesinos y que les deseaba el bien. Le ofrecieron una silla y la rechazó. Al general Villaseñor, que se encontraba sentado e inconsciente y bajo el efecto de un sedante, Morazán le dijo: «Querido amigo, la posteridad nos hará justicia» y se persignó.
¿Acaso la posteridad les hizo justicia al General Morazán y a Villaseñor? Éstas personas, a la que Morazán se refirió no ha hecho nada por justiciarse y no han atendido al llamado en el que nos confió.
Quisiera imaginarme a Morazán, esté donde esté, con una sonrisa en su rostro. Pero la verdad es que su alma esta llorando por el desorden aún mas grande en el que estamos. Y sé, que, a pesar de todo, él aún tiene la esperanza de que está por venir una generación diferente y que cambiará esto que es un caos en nuestros pueblos.
Las rebeliones están hechas de esperanza.
Alta es la noche y Morazán vigila.
Invasores llenaron tu morada.
Y te partieron como fruta muerta,
y otros sellaron sobre tus espaldas
los dientes de una estirpe sanguinaria,
y otros te saquearon en los puertos
cargando sangre sobre tus dolores.
—(Pablo Neruda: Canto general, XXXI)