LA HENDIDURA
Ella tenía 15 años cuando lo conoció, él tenía 21. Eva trabajaba en casa de los papás de Ramiro, ella era de familia muy necesitada y la familia Aragón extendió su hogar para darle un espacio a Eva, para que se incorporase, no como un miembro de la familia, si no como una empleada doméstica, a cambio le daban comida y unos trapos para que Eva vistiese, que según Doña Carlota Aragón eran un tesoro para que ella los apreciará.
Eva a los 15 años era una joven dulce, amable, servicial, y muy hermosa, toda esa belleza escondida bajo harapos sucios y una cara mugrienta del polvo de los quehaceres del hogar. Cuando Eva vio por primera vez a Ramiro Aragón sintió que nunca antes había visto a alguien tan atractivo y encantador, él apenas le dirigió su mirada.
Eva cada día soñaba con poder hablar con Ramiro, pero él apenas tenía tiempo de pedirle el desayuno, antes de irse a la universidad y por la tarde llegaba con sus amigos y amigas a pasar el resto del día en su casa.
Así transcurrió año y medio, hasta que un día, Eva estaba dándose un baño y Ramiro vio la silueta de Eva bajo una hendidura de la puerta y quedo sorprendido al pensar que ese cuerpo tan monumental podría ser de esa pobre muchacha a la que siempre había ignorado. Él quedó fascinado, comenzó a interesarse más por ella, cada mañana la saludaba y cuando regresaba a casa le preguntaba como iba su día. Ella no entendía el interés tan repentino de su parte, pero no le importaba la causa y la razón, porque una palabra de él era suficiente para tener un día pleno.
Doña Carlota era una señora altanera y clasista, no le gustaba la relación de amistad entre su hijo la empleada, y cada día se los hacía saber. Pero él no prestaba atención a las observaciones de su madre, ella, por otra parte, temía que doña Carlota la regresará de nuevo a su pueblo, ya que era feliz al lado de Ramiro.
Cada vez la relación de amistad entre Eva y Ramiro crecía cada vez más, hasta que un día dejo de ser una amistad y se convirtió en un algo más que eso, con el acto siguiente:
Ramiro le beso en la boca a Eva, ella sintió sus labios suaves y húmedos sobre los suyos, ella lo beso con más intensidad, con la fuerza de tantos besos deseados y que nunca había podido dárselos.
Transcurrió el tiempo, y la relación entre ellos iba cada vez mejor, se adoraban y él le prometió casarse con ella cuando terminará su carrera como licenciado en letras, sin importar nada, ni siquiera sus papás.
Su amor era totalmente clandestino, solo ellos sabían lo que ocurría en su maravilloso mundo. Siempre tuvieron mucha cautela en su relación aunque no la suficiente, porque doña Carlota comenzaba a sospechar que algo ocurría entre su hijo y la empleada, y esta idea no le agradaba nada. Un día decidió quedarse despierta, escucho un ruido en la sala de estar y salió con sigilo para no causar un escándalo. Miro la figura de su hijo que se dirigía hasta el jardín, lo siguió, y al fondo diviso a Eva que esperaba a Ramiro con los brazos abiertos, vio como se besaban con tanta pasión y lo presenció todo, incluso escuchó decir a Ramiro que muy pronto podrían estar juntos con toda libertad, esta idea le aterro mucho a Carlota, no quería perder a su hijo y se dispuso a hacer todo lo posible para deshacer esta promesa. Creyó que se despidieron y ella se fue en seguida a la cama, ya lo había planeado todo.
A la mañana siguiente cuando Ramiro partió a sus clases, Doña Carlota ya había pedido un trasporte para Eva y tenía listo sus pocas pertenencias en una bolsa. Cuando Eva se enteró de lo que pasaba no acepto irse, hasta que Ramiro llegase a la casa, y se negó rotundamente a marcharse, Doña Carlota se sintió desafiada y amenazó y humillo a Eva como nunca antes una persona lo había hecho. Ella no pudo con tantas ofensas y tomo camino a su pueblo, al que no había visitado en años, se fue con la esperanza de que Ramiro fuese a buscarla y cumplir con su promesa. Pero lector, lo que no sabes es que una noche antes, cuando doña Carlota partió a su habitación, Eva se entregó a Ramiro, bajo la luz de la luna y las estrellas, en el inmenso jardín de la lujosa casa, al ras del montecillo verde que crecía y el roció sobre sus cuerpos, era la segunda vez que él la veía desnuda. La primera fue hace mucho tiempo atrás, cuando él la empezó a ver con otros ojos. Pero esta vez ella estaba diferente, ya era una mujer, el comenzó a palpar todo su cuerpo suave y delicado, la abrazó y sintió sus pechos virginales, se tendieron sobre el suelo y dieron marcha a un acto sagrado que hacen dos almas que están unidas bajo una promesa.
Eva llegó a su hogar, estuvo con sus padres, los cuales le preguntaron por qué había regresado y ella les dijo que pronto les explicaría. Esperaba que llegará Rodrigo, para darle la noticia a sus padres de su boda, ella espero por mucho tiempo, pero él nunca llego.
Eva a los 9 meses dio a luz a una niña, a la cual llamó Carlota, que creció sin un padre.