“SOMBRAS”

“SOMBRAS”

“SOMBRAS”

Abrió sus ojos, y sintió que el lugar era distinto al que se había quedado dormida. Estaba en una especie de habitación larga y grisácea, hasta parecía un pasillo. Quiso saber que hora era, pero lo más probable es que ese sitio no tuviera zona horaria, no sentía la noción del tiempo. Sabía que estaba sola, aunque escuchaba el llanto de su madre y no entendía por que no podía verla. Trató de encontrar una salida, y lo más parecido que vió fue una sombra negra. Caminó y llegó hasta ella, con mucho temor cruzó el sombrío agujero y cuando llegó al otro lado se vió a ella en un ataúd, sobre el cual habían muchas flores y  su madre y familiares estaban llorando.

Quiso hablarles y preguntarles que era lo que estaba pasando, y esto fue en vano, ellos le ignoraban.

Pensó que eso era una quimera, y que muy pronto despertaría. Se recostó en el sillon de su casa, en ese sillón en que muchas veces acudió cuando volvía cansada de trabajar, se recostó a presenciar aquella función tan innata.

Hizo muchas acciones para tratar de llamar la atención de todos; gritar, llorar, tirarse al piso, golpear la pared, pero al parecer eran actos superfluos, para las personas que estaban allí. Trato de recordar su vida, su infancia, su adolescencia, a sus amigos, su primer beso, todo esto estaba muy claro en su mente. Lo que no podía recordar era el momento en que llegó al ataúd y a la habitación grisácea. Se había quedado dormida, eso era, empezaba a recordar.

Una vibración espantosa interrumpió sus pensamientos, ahora la sala de estar de su casa empezaba a desaparecer.

Vió otra sombra negra, se acercó y la atravesó. Cuando cruzó la segunda sombra llegó a un lugar que le pareció muy familiar, pero sabía que nunca antes había estado ahí mas que en sus sueños. A lo largo vió a un sujeto oculto bajo la oscuridad que estaba cuidando una puerta gigante, se le acercó y le preguntó:

—¿Dónde me encuentro?- el sujeto estaba de espaldas y parecía que no estaba dispuesto a voltear.

—Estas en la puerta de la tierra de los muertos, éstas palabras y la voz tan tosca le produjo escalofríos.

—¿y quién eres tú? No entiendo porque me encuentro en este lugar, yo no estoy muerta, solo me dormí y debo de regresar con mi familia para que dejen de llorar por mí.

El sujeto dio vuelta y salió a la luz, ella quedó estupefacta al ver la anatomia de este ser, que humano no podía ser. Tenía cuerpo de perro, tres cabezas, cola de serpiente, sin duda era lo más espantoso que había visto jamás.

—Soy el Can Cerbero, guardían del inframundo. Debes de continuar tu viaje e ir a la tierra de los muertos, por que vienen muchos más en camino para seguir con la eternidad.

—No puedo continuar porque estoy viva, debes de ayudarme para salir de aquí.

—En la tierra de los vivos ya no existes, no hay nada que hacer, en este momento están enterrando te en una fosa. ¡Debes continuar!

El perro de tres cabezas quisó tomarla e introducirla en la puerta del inframundo, ella pudo ver como era este sitio tan lúgubre, pudo ver las almas de las personas, los demonios, los fantasmas… Pudo reconocer almas de religiosos, politicos, y de personas que en vida fueron influyentes y admiradas por todos, estaban sufriendo más que las demas. Se escuchaban muchos lamentos, lloriqueos, y quejas. Supo de inmediato que todavia no era su tiempo para entrar al inframundo y lucho contra Cerbero para que no la lanzará. Hizo una maniobra para desprenderse de sus garras, corrío, hasta la sombra por la que había entrado y cruzó de nuevo.

Cuando estaba del otro lado se volvío a sentir viva, pero empezó a sudar frío cuando se dío cuenta de que estaba en una estrecha caja de 200 cm. x 50 cm.

Estaba en el ataúd, viva, ya enterrada en una fosa. Permaneció gritando toda la noche, hasta que se quedó nuevamente dormida.

Cuando despertó, se encontró en las puertas del inframundo.

Estudiante Universitario
lorenarodriguez@correodelsur.hn

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